Cuando hablamos de dar los primeros pasos en la industria de la música hay que entender que no existe ninguna fórmula mágica ni ecuación infalible. En este artículo proponemos un pequeño recorrido por las distintas instancias a atravesar y una serie de consejos a tener en cuenta.
¿Cómo empezar?
El primer paso siempre es prepararse, formarse lo mejor posible. Por eso en Tamaba contamos con tres carreras terciarias donde nuestro objetivo es brindar a los alumnos todas las herramientas necesarias para competir en el mercado laboral.
Como en cada aspecto de la vida, cuanto más preparada esté una persona, mejor podrá lidiar con los obstáculos que se le presenten. En nuestro instituto ofrecemos clases con profesores altamente calificados, convenios internacionales, prácticas profesionalizantes y diversas clínicas para enriquecer la formación de los estudiantes.
Dicho esto, para poder desarrollarse profesionalmente es fundamental conocer en profundidad el ecosistema en el que buscamos insertarnos: sectores, etapas, roles y funciones que definen la industria de la música y sus pautas de funcionamiento.
Hoy, gracias a la tecnología, existe una producción global que antes no era viable. La distribución, el acceso y el consumo son masivos y esto nos enfrenta a un nuevo panorama. En este escenario, ya no es suficiente un modelo de autogestión individual y aislado por parte del músico, sino que se necesita un pensamiento general y una perspectiva estratégica para capitalizar los beneficios del proyecto musical.
Al momento de insertarse en el mercado laboral, lo primero y principal es crear. Ya sea que el artista se dedique a la música o a la producción es importante que cuente con alguna muestra de su trabajo para utilizarla como carta de presentación.
En esta primer instancia, se comienzan a experimentar los diferentes roles de la autogestión. Es un proceso donde el artista se encuentra en la búsqueda de la mejor versión de su trabajo y el mensaje que se desea lograr.
Luego de crear, ¿cuáles son los pasos a seguir?
Una vez realizado esto, llega el momento de formalizar la obra para darle un marco legal dentro del mercado. Allí aparecen los derechos de autor y/o el copyright en escena, de esta forma se evitan los plagios y robos, resguardando el trabajo del artista.
El pensamiento estratégico debe ser el eje y los actores involucrados deben complementarse para dar fruto a un producto real. Esto nos lleva a hablar de la importancia que tiene el rol de un manager o representante que comprenda, ayude y cumpla con la proyección de la imagen que desea dar el artista. También un productor artístico que potencie y eleve al máximo la propuesta, y un sello discográfico que facilite los medios para dar lugar a esa expresión.
Las editoras musicales son las encargadas de comercializar la composición, y en este punto se debe establecer una relación contractual con la firma mediante una instancia legal y un acuerdo económico.
Ahora pasamos a la etapa de la difusión, una estrategia de promoción planificada con tiempo permitirá sobresalir de la competencia. El soporte de un sello y un plan de marketing integral serán puntos clave para lograr los objetivos deseados.
La industria y el arte se nutren mutuamente y hoy en día no es viable considerar una sin la otra. Los artistas pueden vivir de lo que aman sin dejar de lado el profesionalismo y delegando en actores secundarios muchos de los asuntos comerciales para obtener el máximo beneficio de su trabajo.