Conversamos con el docente de Acústica Arquitectónica del Instituto Terciario Tamaba. En esta nota nos amplía sobre su rol docente, su pasión por la ciencia y el sonido y el ser profesional en su campo.
Para empezar, ¿cómo te describirías?
Me considero un estudiante crónico y la docencia tiene que ver con esa necesidad, me aporta conocimientos, experiencia y compartirlas es realmente una satisfacción que me sigue enseñando al día de hoy. Siempre me gustó la ciencia y la música, la cocina electrónica, la investigación científica del sonido y tengo la suerte al día de hoy de poder conjugarlas en todo lo que hago, sea la grabación, la sonorización, el diseño acústico y la docencia.
¿En qué momento decidiste que lo tuyo era el sonido?
Todo empezó allá lejos y hace tiempo, en el colegio industrial al que asistía. Trabajo de ciencias, feria de ciencias: con mis compañeros nos metimos en algo que no tenía mucho que ver con nosotros pero sí que nos generaba muchas inquietudes y un profesor nos pinchó, nos ayudó mucho. Teníamos que hacer un frecuencímetro digital (soy técnico mecánico) y en ese momento no existía la electrónica, que era lo que a mí me gustaba. Donde vivía, General Alvear, Mendoza, para poder hacer las placas del circuito impreso para el periódico, frecuencímetro, necesitábamos a alguien que haga serigrafía para esos circuitos y el serigrafista, el único que había en la localidad era el que hacía las calcomanías y dió la casualidad que también era el locutor de la radio de la noche.
Resulta que nos invitó un día a la radio y cuando entro a la sala de control y vi ese mundo de perillas y botones ahí hubo una especie de clic mágico, principalmente por ver equipamiento profesional de esa calidad, de ese tamaño, todo junto en una sala. Y eso fue realmente lo que me marcó.
¿Y cómo siguió tu camino a partir de ese momento?
Uno de los operadores de la radio tenía la empresa de sonido de la zona y dado el interés que yo mostraba, porque iba a partir de ese primer día, todos los días y me quedaba parado tranquilo mirando al operador trabajar y me dice un día, ¿querés trabajar conmigo en la empresa? Y ahí empecé enrollando cables. Después la consecución fue, llevándome por diferentes caminos, la vida a uno lo va cacheteando de diferentes lados, pero siempre seguí por ese rumbo.
Así que un día también me ofrecieron operar en la radio. Después de eso me fui. Me ofrecieron para la operación de sonido de un canal de televisión, muy chiquitito, y después me vine a Buenos Aires para estudiar en la facultad. Acá se me presentaron distintos trabajos: para una radio de FM, empresas de sonido, estudios de grabación, sonido en vivo. Y acá estoy, haciendo todo esto desde esa época.
Para vos ¿qué significa ser profesional y en qué momento te sentiste así?
Es, de alguna manera, vivir, de una profesión, o ejercer una determinada profesión para terceros. En mi caso no es que hubo una especie de “ah!, ahora sí soy profesional”, no, de repente me encontraba con gente muy respetable que me trataba como un par, fue gradual y sin darme cuenta. Y en ese gradualismo entonces llegó un momento que lo asumí y dije bueno sí, soy un profesional. El reconocimiento de mis pares me ayudó a sentirme así.
Simplemente hay que estar, hay que trabajar seriamente y a partir de ahí todo va llegando. Si uno se lo toma como corresponde. Bueno, casualmente ser profesional, creo que tiene que ver con eso.
¿Quiénes son tus mayores influencias?
Yo recuerdo en mis épocas haber trabajado por ejemplo con Alejandro Pont Lezica y yo al principio era muy pichón en los primeros eventos, desfiles de moda y cosas por el estilo que él musicalizaba, y yo me lo tomaba como una joda al principio, propio de la edad.
Y yo lo veía a él con una actitud totalmente seria, o sea, muy comprometido con todo lo que hacía, teniendo en cuenta todo lo que había que hacer, y eso fue algo que también me quedó, me quedó mucho y lo apliqué en mí mismo, o sea, empezar a ponerle seriedad. Y fue maravilloso porque empecé a descubrir cosas que antes me pasaban inadvertidas.
Y después lo empecé a ver reflejado en un montón de profesionales en serio, y no los de palabrería. Todos los comienzos tienen que ver con ciertas ideas que uno ve, más allá, en gente de afuera, gente de otro continente o de otros países desarrollados. Tuve la suerte de encontrarme con profesionales del ambiente musical, que resultaron grandes referentes, los cuales admiro muchísimo y que me tratan como un colega, un amigo más.
¿Cómo te mantenés actualizado?
Los cambios son, en la actualidad, con una velocidad inquietante. Una tasa de aceleración muy importante, pero hay que prestar atención a diferenciar lo comercial de lo que realmente satisface las necesidades de uno en su trabajo concreto.
Ahí sigo encontrando una gran brecha. Por supuesto, el trabajo que hago profesionalmente requiere muchos tipos de actualización, tecnológicas, de conocimiento, ya sea de software, de hardware.
Por eso hay que seguir estudiando, ser estudiante crónico, eso no para, y todo está muy intrínsecamente relacionado. Ahora, hay mucha tecnología que tiene que ver con otros campos de aplicación, o posiblemente a cosas más a futuro, de las que realmente necesito hoy en día.
Pero sí, hay que estar atento a todo. Lo estoy, de hecho. Aunque debido a este tipo de experiencias le doy más cabida, mucho más énfasis a poder sacarle mayor provecho a lo que tengo y no andar pensando en que va a ser lo nuevo y en qué me beneficia.
Porque, curiosamente, llegué a un punto en donde no tengo algunas herramientas que necesito y la tecnología no las está pensando para mí, yo las estoy pensando para mí. Entonces hubo una necesidad de empezar a programar mis propias herramientas de software y eso es parte de la evolución tecnológica.
Contanos sobre tu experiencia como docente…
Nunca me consideré docente, hago docencia por el simple hecho de ser idóneo o tener capacidad de compartir cosas que conozco y que he estudiado y aplicado en la experiencia.
La posibilidad de compartir requiere un esfuerzo mayor para poder estar al día, al tanto de todo lo que existe, de todo lo que hay y no quedarme con todo eso.
Necesito al docente para seguir creciendo en mi campo profesional y el profesional tiene digamos un montón de experiencias que se las va pasando al docente para convertirlas y viceversa, o sea es un complemento mutuo, que gira todo el tiempo, siempre. Y por otro lado, al estar como docente, aparece esa pregunta buenísima la que genera un “vamos a estudiar a ver de qué se trata esto” y me tiene en vilo muy actualizado con muchas cosas que finalmente se las paso a mi yo profesional para que las aplique en la vida real. Así que es un complemento mutuo, docente y profesional.
¿Qué recomendaciones en general das a tus alumnos?
Estudien, que le dediquen todo el tiempo que la pasión les genere a una cosa de una especificidad muy grande. Y esa misma especificidad tan grande hace que uno, estudiando estas cosas, ya venga con cierta vocación. La idea es aprovecharlo lo máximo que se pueda. El complemento de toda la teoría con respecto a las prácticas es absolutamente enriquecedor.
Yo me acuerdo una frase de mi padre que decía de la práctica al hecho hay muchos trecho y tenía que ver con esas cuestiones teóricas que estaban tan lejos de la realidad concreta que eran como dos mundos separados. Es absolutamente todo así. Ahora, si alguien cree que todo lo conceptual de la teoría no la puede aplicar, bueno, es que casualmente necesita más tiempo de estudio.
Hay que darle. No queda otra. Si no se le dedica tiempo, no sale el ejercicio ni de guitarra, ni el de acústica.